21/6/11

A los muertos de ayer y de hoy


Extracto del Libro
"El Bronce vale y otras crónicas"
Por Eduardo Mesa 
Editorial Silueta

Aidita siempre me decía que el Che era un asesino, yo iba hasta su casa en la calle Espada para pelarme porque en la Habana hubo un momento que no había barberos y a Lope el Palomero, mi barbero de siempre, le había dado un infarto.

El Che Guevara le mató el primer novio a Aidita, está de más decir que no podía ver al “guerrillero heroico” ni en pintura. Afortunadamente, Aidita estuvo varios años sin visitar mi casa, así no pudo ver cuando quitaron el Sagrado Corazón de Jesús y pusieron un afiche del Che. Yo me di el gusto de botar aquella foto años más tarde, de colocar otro Corazón de Jesús en la sala, aunque este no era tan lindo como el otro, que se deshizo de viejo en un armario.

Aunque a Aidita la gente no le hacía mucho caso, yo le creía. ¿Para qué iba a inventarse aquella historia? ¿Para qué iba a contármela? Rodeada por sus gatos, mientras me daba los cortes en la patilla con una navaja, hablaba a veces de su primer amor, con ira todavía y desconsuelo. El difunto Bobby era chofer de un patrullero, lo fusilaron en los primeros días, sin el debido proceso, como a todos. Puede que Bobby cometiera algún crimen, puede que no. El Che fusiló a muchos que eran inocentes y a otros cuyo único delito fue rebelarse ante el nuevo orden que se avecinaba, son crímenes que están documentados por instituciones y libros, son crímenes a los que nadie hace caso.

A veces me pregunto qué haremos con la estatua del Che cuando se caiga aquello, en Rusia hay estatuas que nadie quiere, pero al estar protegidas por las leyes que amparan a los monumentos, tampoco se pueden destruir; puedes comprar una cabeza gigante de Lenin y ponerla en tu patio, pero está prohibido convertirla en relleno para una cancha de tenis, lo mejor del comunismo son las herencias que deja. Aidita me confesó lo que haría con la estatua del Che que está en Santa Clara, la fundiría para hacer un tibor, estoy seguro que al tibor de Aidita no le faltarían usuarios, ni defensores.

Lo más grave de cualquier porvenir no es el destino de las estatuas candidatas a tibor o a gravilla, sino el olvido que confina a las víctimas. El olvido agravado en el tiempo, que las va relegando con fortuna a algún párrafo compartido con sus victimarios. No es ese el olvido que ayuda a sanar las heridas, es la arrogancia de pensar que el presente lo realizan sólo los vivos.

Aidita sigue en Cuba, nunca fue cederista, ni de la FMC, jugaba a la bolita, ponía La Voz de las Américas y Radio Martí a todo volumen, no tenía miedo de meterle un escándalo a la del Comité. Desde siempre ha vivido de sus oficios: costurera, barbera, zapatera; siempre al margen de la ley, siempre en Cayo Hueso, en la misma cuadra y en la misma casa. Dos de sus hijos están en Miami, pero en la Oficina de Intereses no le dan la visa para venir de visita. Ella me ha dicho que no se va a quedar y en esta ocasión también le creo, como muchos cubanos va esperar en Cuba su oportunidad. Sus hijos la quieren aquí, pero yo comprendo que no se quiera ir, ella ha esperado durante mucho tiempo para ver el final.

Yo, como Aidita, también creo que aquella dictadura está por terminar, ayer mataron a Zapata Tamayo, mañana matarán a alguno más, pero al cabo de 51 años todavía hay gente que no se resigna a huir, gente que lleva años soñando con derretir la estatua de Ernesto “Che” Guevara, para acabar con la maldad y sus símbolos, para vivir en paz.

20/2/11

"Tristeza e indignación" de Ex prisionero político cubano Miguel Galbán Gutierrez

Carta abierta al rector de la universidad Rovira I Virgil de Tarragona, Cataluña


Excelentísimo Señor Francesc Xavier Grau i Vidal, rector de la URV,

Quien se dirige a usted es Miguel Galban Gutiérrez un ex prisionero de conciencia, arrestado en la conocida Primavera Negra de Cuba, condenado a 26 años de privación de libertad por intentar difundir al mundo la verdadera realidad en la isla y desterrado recientemente a España, después de haber sufrido durante más de siete años y medio la brutalidad del sistema carcelario castrista.

He conocido con tristeza e indignación la presencia el próximo día 23 para impartir una conferencia en el Aula Magna de ese recinto universitario de la Dra. Aleida Guevara, una de las hijas de Ernesto “Che” Guevara, uno de los personajes más diabólicos que ha nacido en Latinoamérica, asesino causante de cientos de muertos en Cuba.

Desde hace más de 50 años mi país está viviendo bajo una feroz dictadura que ha privado a sus ciudadanos de todos los derechos que tiene cualquier persona en una sociedad democrática. Precisamente, el día 23 de febrero, los cubanos honramos la memoria del mártir defensor de los Derechos Humanos Orlando Zapata Tamayo, quien fue asesinado, hace un año, por el gobierno de los hermanos Castro cuando protagonizaba una huelga de hambre exigiendo mejores condiciones de vida en la cárcel donde cumplía una injusta sanción.

Esta fecha también va a ser recordada en gran parte del mundo por gobiernos e instituciones democráticas, organizaciones internacionales defensoras de los Derechos Humanos y personas de buena voluntad, que sienten como propio el dolor del mi pueblo.

El mensaje que intentará propagar esta vocera del régimen cubano es contrario a los principios que deben prevalecer en una sociedad libre y democrática y que el centro que usted preside y el gobierno de la Comunidad Autónoma de Cataluña representan.

Es incompresible que en esa institución académica, donde se forman a las nuevas generaciones de profesionales, se reciba en esta fecha a una representante de un gobierno sancionado y condenado en organismos mundiales por violar flagrante- y sistemáticamente las convenciones internacionales sobre derechos humanos.

Es hora de que todas las personas civilizadas que anhelan la libertad y la democracia para todo el mundo se nos unan en la lucha por alcanzarlas en mi país y así poner fin a la pleitesía al régimen de La Habana.

Sinceramente, con mucho respeto y agradeciéndole de antemano su apoyo

Miguel Galban Gutiérrez