6/5/17

Inmerecido homenaje a un predicador de la violencia

La proyectada emisión de una estampilla conmemorando los 50 años de la muerte de Ernesto "Che" Guevara carece de justificación


Mediante una resolución publicada en el Boletín Oficial, el Ministerio de Comunicaciones aprobó el plan de emisiones de sellos postales conmemorativos o extraordinarios del Correo para el corriente año, que fue propuesto por una comisión nacional asesora e incluye, entre las numerosas estampillas, una de Ernesto "Che" Guevara.
No sólo llama la atención la elección, sino que no se comprende. Estamos hablando de uno de los líderes de la revolución marxista en Cuba y, por lo tanto, de uno de los principales responsables del costoso fracaso en el que esa revolución ha terminado, así como de la postergación del pueblo cubano que, aislado, ha vivido hasta ahora en el atraso y con toda suerte de privaciones.
Y sin embargo, Guevara es un mito y un símbolo de disconformidad y, por sobre todas las cosas, un producto de un mercado que, livianamente, consume su imagen sin advertir lo que ella representa. Porque lo cierto es que ha pasado a la historia como un asesino serial, particularmente mientras estuvo en Cuba, de 1956 a 1959 como guerrillero, y desde 1959 hasta 1965 como funcionario público del gobierno totalitario de Fidel Castro.
Guevara fue autor material de asesinatos, responsable de otros cometidos en cumplimiento de las órdenes que él impartió, tanto en Sierra Maestra como en su breve comando en Santa Clara y en la terrible prisión de La Cabaña, un sangriento campo de concentración donde se efectuaron entre 200 y 500 ejecuciones. Algunos de esos hechos fueron realizados a sangre fría, la mayor parte sin juicio legítimo previo, e incluyeron a hombres de su propia tropa, a dirigentes opositores y a líderes de las instituciones católicas. De ahí que Álvaro Vargas Llosa lo llamara "Che Guevara, la máquina de matar", en un artículo así titulado, en el que una de sus fuentes le atribuye más de 2000 muertes.
El Che nunca se arrepintió de su violencia. Al contrario, se enorgulleció de ella y la transformó en estilo. Por eso, el 11 de diciembre de 1964, ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, cuando todavía se desempeñaba como ministro de Industria del gobierno cubano, dijo: "Fusilamientos, sí. Hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando".
Otras de sus frases: "El odio como factor de lucha, el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano, lo convierte en una eficaz, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Nuestros soldados tienen que ser así, un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal". Es que el Che Guevara era todo odio. De allí la admiración que ha generado en los gobiernos kirchneristas que pusieron en marcha una eficaz máquina de odiar con la que se sembró resentimiento, división y separación entre argentinos. Durante aquel régimen se incluyó un retrato del Che en la Galería de los Patriotas Latinoamericanos de la Casa de Gobierno. Esa galería ya no existe en la Casa Rosada.
El Che encarna el espíritu nefasto que caracterizó a tantos movimientos guerrilleros en nuestro continente, cuyo accionar en nuestro país fue el origen del período más oscuro y sangriento de nuestra historia luego de las guerras civiles.
La gravitación histórica y cultural que algunos pueden atribuirle de ninguna manera justifica su inclusión en una serie de estampillas conmemorativas. La indignación que ha despertado la decisión oficial generó la apertura de una página en la plataforma de Change.org para recolectar firmas con la consigna "No a la estampilla de homenaje al Che" (https://www.change.org/p/casarosada-no-a-la-estampilla-de-homenaje-al-che).
La emisión de la estampilla se propone conmemorar los 50 años de la muerte de Guevara, cuando su intento revolucionario en Bolivia había fracasado y él sufría el abandono de la dirigencia castrista de La Habana. Tampoco parecen cumplirse en este caso los objetivos plasmados en los considerandos de la resolución, que menciona que en la selección final se tuvieron en cuenta los "fines del desarrollo científico y tecnológico, didácticos y culturales, vinculados con hechos o acontecimientos de interés público y de los coleccionistas en particular, como así también de compromisos internacionales" con diversas uniones postales.
Entre las demás personalidades elegidas se encuentran Hipólito Yrigoyen, Astor Piazzolla, el escritor y humorista Roberto Fontanarrosa y el periodista José Luis Cabezas, de cuyo asesinato se cumplieron 20 años en enero pasado. Cuesta imaginar qué papel cumplirá en esa distinguida compañía una figura que sólo debería generar repulsión.