11/11/09

Las víctimas de Guevara en Archivo Cuba


Archivo Cuba acaba de publicar un trabajo completísimo con la revisión y documentación de las víctimas de Ernesto Guevara caso por caso. Todavía no se dispone de versión en español. Publicamos el link al trabajo en inglés en PDF.
Puede descargarse  aquí

Invitamos a visitar Archivo Cuba y acceder a este imprescindible documento y a visitar también la sección "How to Help" o "Cómo ayudar" para colaborar con la continuaidad de este proyecto que lidera María Werlau.

25/10/09

Iconos Latinoamericanos: El Che




Hay pocas personas cuyas vidas han sido documentadas con tanto detalle como la del Che. Tanto él como sus compañeros escribieron diarios y se sacaron fotos. En la guerrilla, los diarios y las fotos podían caer en manos de sus enemigos, y por eso era peligroso llevarlos encima, pero aun así los guerrilleros continuaron escribiendo y dejándose retratar. Por todo eso, es difícil no pensar que el Che quería ser famoso no sólo gracias a sus actos, sino también a través de su propia narración de lo que hacía. Además, son muchos los libros escritos sobre el Che.
Parece que todos los que lo conocieron han sentido la necesidad de contarlo por escrito. A través de su relación con él, ellos mismos se sienten importantes. Más o menos lo tratan como si fuera un santo. Varios autores cuentan que en la región de Bolivia donde fue asesinado es venerado como tal, como “San Ernesto de la Higuera”, y según dicen es un santo muy milagrero. Nadie le culpa de las muertes que provocó, porque su propósito fue la revolución y lo que cuenta es el propósito y no la realidad. Los biógrafos no estudian los desastres que causó en el ejercicio de sus diferentes cargos, sino que insisten en su trabajo abnegado, no en el resultado de su trabajo.
Vida antes de Castro
Ernesto Guevara de la Serna (1928-1967) nació en Rosario, Argentina, en el seno de una familia de clase alta, pero empobrecida. Dos rasgos marcaron su infancia y adolescencia. El más importante fue el asma que padeció casi desde el comienzo y que lo acompañaría durante toda la vida. Los ataques le afectarían en los momentos más inoportunos, y algunos comentaristas destacan que su enfermedad puede haber influido de manera determinante en su personalidad y su comportamiento.
El segundo rasgo importante fue el carácter de su familia. El padre, también llamado Ernesto Guevara, era de clase media o alta y, a pesar de tener varios hijos, trabajaba poco y vivía de las rentas de unas tierras que no daban mucho. (…) Como padre, Ernesto Guevara no fue severo, sino más bien distraído y bastante laxo. Fueron notorios los casos de infidelidad del padre, que finalmente llevaron a que el matrimonio se separara cuando los hijos habían crecido. El padre se instaló más tarde en Cuba, donde volvió a casarse y formó otra familia. Sus tareas profesionales en la isla parecen reducirse al trabajo de ser el padre del famoso Che. Escribió un libro sobre su célebre hijo, un escrito del que se puede deducir que el padre fue un hombre superficial, que no dejó escapar la oportunidad de aprovecharse de la fama de su primogénito. La lectura de ese texto produce una impresión penosa, porque queda claro que el padre no sabe mucho de la vida o de la manera de pensar del hijo.
La madre, Celia de la Serna, provenía de una familia de más rango social que la del padre. Al quedarse embarazada, se casó precipitadamente con Ernesto, y cuando nació Ernestito no lo inscribió enseguida, sino que esperó para hacerlo más tarde, cuando pudiera parecer que nació a los nueve meses de la boda. La madre también vivía de las rentas de unas tierras y no tenía otra profesión que la de ama de casa. Según todos los testimonios, fue una mujer enérgica en la que recayó el cuidado de la familia. Sin embargo, tampoco estuvo muy centrada en las tareas prácticas de la vida, que no parecían dársele muy bien. Varias fuentes la describen como una mujer que se comportaba de manera espontánea y sin medir los riesgos de sus actos. Los dos padres simpatizaban con diferentes movimientos de izquierda de una manera vaga. Más tarde, ya separada del marido, la madre defendió cada vez más una línea socialista. Durante el régimen de Perón permaneció encarcelada varios meses por razones políticas.
A causa del asma, Ernestito empezó a estudiar en casa, con su madre, y se creó un afecto profundo entre los dos. Durante sus estancias en el extranjero, Ernesto mantuvo el contacto con la Argentina principalmente a través de la correspondencia con su madre. Se podría decir que el hijo realizó uno de los sueños de la madre convirtiéndose en el Che. Es probable que las lecturas de niñez de Ernesto y el apoyo de su madre lo empujaran para buscar un futuro heroico, sin saber muy bien al principio en qué área de actividad. Castañeda cree que la madre fue la mujer más importante de la vida del Che.
(…)
En 1954 llegó a Guatemala, justo en el momento en que una intervención norteamericana derrocaba al presidente Arbenz. El joven decidió no volver a la Argentina sino que se fue a México, donde malvivió un tiempo como fotógrafo ambulante. En 1955 conoció a Raúl y Fidel Castro, y empezó a entrenarse junto con su grupo de futuros guerrilleros cubanos. El mismo año, Ernesto se casó con Hilda Gadea, una compañera peruana que estaba embarazada. Su hija Hildita nació en 1956, el mismo año en que el barco Granma zarpó para Cuba para iniciar una guerra de guerrillas en Sierra Maestra.
(…)
En 1959 los guerrilleros entraron en La Habana y empezó para él una vida pública frenética. En el plano familiar, se divorció de Hilda y se casó con otra compañera, la cubana Aleida March. Con ella tendrá cuatro hijos: Aleidita, Celia, Camilo y Ernestito. A sus hijos, el Che apenas los conocerá, ocupado en sus múltiples tareas y viajes. Se sabe que contemplaba la posibilidad de una separación en 1965.
Su carrera administrativa en la cúpula cubana empezó en 1959. Fue responsable de los juicios de los que habían colaborado con Batista. En octubre fue nombrado jefe de la reforma agraria. En noviembre le fue otorgada la nacionalidad cubana, en señal de agradecimiento por su trabajo revolucionario, y el mismo día fue nombrado jefe del Banco Central. En 1961 fue nombrado ministro de Industria. Participó en la Primera Conferencia Socioeconómica Interamericana en Punta del Este, Uruguay. Se convirtió después en embajador itinerante, viajando por África y Asia, y en particular intentó establecer contactos con China, porque admiraba profundamente el régimen de Mao. En 1964 visitó tanto Nueva York, ciudad en la que habló en la ONU, como Moscú. En 1965 desapareció de la escena pública cubana, dando pie así a todo tipo de especulaciones en la prensa cubana e internacional. Después se supo que había estado en el Congo durante nueve meses. Regresó por Europa, donde se detuvo un tiempo en Praga. Pasó por Cuba sin que nadie más que Fidel Castro y alguna persona más lo supieran, y siguió hasta Bolivia en la segunda parte de 1966. Un año más tarde fue capturado y fusilado. En 1997 su cuerpo fue identificado y trasladado a Cuba. En todos esos traslados, el Che viajó disfrazado y con pasaportes falsos. El nexo de comunicación solía ser Argel.
La imagen joven
En el aspecto físico notamos el pelo largo, signo de rebeldía en su época, que es también la de los Beatles, y una vestimenta informal, por no decir descuidada. Esta manera de vestir se ha interpretado como signo de que estaba totalmente entregado a lo que hacía y no tenía tiempo para lo superficial. Al mismo tiempo, es notable que ni él ni Castro dejaran de llevar el uniforme. En otras palabras, su vestimenta, por descuidada que sea, subraya su elevación al poder por las armas. El uniforme está asociado a la autoridad, al autoritarismo, y la amenaza de violencia para quien no se pliegue a las órdenes. El uniforme también recuerda constantemente su condición de guerrillero victorioso en Sierra Maestra. Lo que señalan todos en el Che es su gusto por una vida ascética y su gran capacidad de trabajo. Éstos son los rasgos en que se basa su fama de santo laico. Los que lo conocieron en La Habana al comienzo de los años sesenta dicen que apenas dormía y que recibía a las visitas incluso a medianoche, y exigía a sus colaboradores que trabajaran a un ritmo similar. Sus discursos y textos muestran que es alguien que ha estudiado, porque maneja el lenguaje de manera culta. Sin embargo, cuando no cuenta observaciones de viajes, casi siempre es abstracto e ideológico. Como orador sólo maneja un tema: la revolución.
Brillan por su ausencia buenas acciones del Che que no sean las que tienen que ver con el avance de la revolución. Como responsable de entre seiscientas y setecientas condenas a muerte después de la victoria, la prensa occidental lo llama “el carnicero de La Habana”. La cifra se debe comparar con la estimación de Leante de que murieron mil doscientos cubanos en total durante la guerra contra Batista, que duró tres años. El Che es también personalmente cruel con algunos compañeros que están con él en la guerrilla en Sierra Maestra, en África y en Bolivia. Muchos de sus biógrafos llaman asesino a Batista, pero no a su biografiado, aun cuando los dos cometen actos muy similares.
¿Por qué ha tenido el Che ese enorme poder de atracción sobre la imaginación de los jóvenes occidentales de hoy? Quizá porque se reconocen en algunos rasgos suyos. Primero por su niñez y adolescencia tan libres. Ha podido corretear, practicar deportes y leer libros de aventuras a más no poder. La influencia paterna ha sido mínima. Las obligaciones en la casa o en la escuela, muy pocas. En una palabra, el Che ha tenido la infancia de muchos jóvenes privilegiados, si hacemos caso omiso del asma.
Quizá también porque representa la heroización de la juventud occidental actual. Ha estudiado, pero no en profundidad, el cual es el caso de muchos. La nueva pedagogía dominante es la de la libertad y el juego. El Che encaja con la imagen del eterno estudiante, pero no porque estudie de manera sistemática, sino porque le gusta leer, no estar atado a un lugar de trabajo y un horario.
Cuando se nombra al Che para diferentes cargos en Cuba, pasa directamente a ser jefe y a dar órdenes a otros, sin ninguna experiencia previa en esos campos de actividad. Todas las fuentes coinciden en decir que se dedicó infatigablemente a las tareas en cuestión. Éste es el gran elogio que se le hace: no escatimó sus esfuerzos para trabajar por el bien de la revolución.
Sin embargo, no tenía preparación para ninguna de estas tareas, y aun así las aceptó. Fue nombrado jefe de la reforma agraria sin saber una palabra de agricultura. Fue nombrado director del Banco Central sin un día de estudios de economía. Se dio cuenta de sus carencias en matemáticas y empezó a aprender junto con un profesor, pero es irresponsable aceptar un cargo tan importante en un área del que no sabía nada.
Fue nombrado ministro de Industria sin saber tampoco nada de industria. Antes ya había sido nombrado comandante por Fidel Castro sin tener más conocimientos militares que los adquiridos en su entrenamiento junto con los compañeros en México y sus prácticas en Sierra Maestra. Ni siquiera había hecho el servicio militar en Argentina, a causa de su asma.
(…)
Los que están entusiasmados con la imagen de la joven revolución de los primeros momentos deberían fijarse en que, con el tiempo, Cuba se ha convertido en un régimen con líderes ancianos. Por lo visto, Castro no quiso promover a la juventud, sino tomar el poder y después agarrarse a él. Hablar de juventud y libertad fue sólo un medio para llegar a los fines.
(…)
Icono
El Che se convirtió en el icono de una parte de la juventud occidental a partir de 1967. En las manifestaciones estudiantiles, desde Chile y México hasta Estados Unidos y París, su foto presidió reivindicaciones de libertad, igualdad y solidaridad. Por ignorancia, por idealismo y por romanticismo, los jóvenes han elegido como ídolo a una persona que no tiene nada que ver con lo que ellos reivindican. En el Che se pueden enumerar muchos rasgos negativos, como el uso de la violencia, su estilo personal autoritario, una voluntad de autoengrandecimiento a costa de los compañeros, su pensamiento caracterizado por clichés, una trágica falta de realismo. La característica positiva más evidente de su carácter es no haberse aprovechado de su posición política para enriquecerse. Sin embargo, puede tomarse por debilidad cierto afán de fama y admiración de los demás, que podría considerarse como una forma de corrupción, de pago “inmaterial”. Franqui, compañero del Che durante muchos años, recuerda la siguiente conversación con el Che, que predica la austeridad.
- Niegas la austeridad -me replicó Guevara.
- No niego nada, Che, yo mismo me puse un sueldo de 500 pesos, que es lo mismo que ganan algunos periodistas y técnicos del periódico. Pero, Che, pienso que el poder, la fama y la gloria no son estímulos morales. Son estímulos materiales, contantes y sonantes. Si tú vas al trabajo voluntario, al otro día sales en la televisión y los periódicos y recibes elogios de la gente, que dice: “Qué bravo el Che, mira cómo corta caña, en el trabajo voluntario”. Pero al ama de casa, al obrero de la ciudad o al estudiante, que son millones, y cuyo acto es más impositivo que voluntario, que no conocen el campo y se matan trabajando y no rinden y no producen, no se les menciona personalmente.
(…)
En lo esencial, el mito del Che es una creación de Castro y un instrumento para consolidar el régimen castrista, ocultando sus verdaderas características.
NOTA: Este texto está extractado del capítulo 5 del libro de INGER ENKVIST ICONOS LATINOAMERICANOS, que acaba de publicar la editorial Ciudadela.
Publicado en www.libertaddigital.com

Épater la bourgeoisie?

Los Papeles de Don Cógito


Baudelaire, Lautreàmont, Verlaine, Heine.... quizá una buena manera de entender el porqué de la formación y legitimación "intelectual" del totalitarismo durante el siglo XX, sea acercándose al “mensaje oculto” que emanaba de buena parte de la literatura del siglo XIX: las almas nobles deben resistirse el materialismo grosero de la burguesía -los filisteos- y -consecuentemente- deben buscar un orden y un hombre nuevo sobre el que reine la "Razón humana".

Este “mensaje oculto” floreció con fuerza en los años veinte y treinta en forma de diferentes partidos y "movimientos" capaces, según se decía, de poner en práctica tales cambios. Ante la crisis económica y política, el mundo se volvió demasiado absurdo como para soportarlo sin buscar alternativas. Y así, una buena parte de los artistas e intelectuales de la época comenzaron a burlarse de la democracia, del “Sistema” que había que enterrar y clamando por la llegada de una nueva humanidad que, se decía, ya se acercaba.

La tragedia que ocurrió después (y sus innumerables "justificaciones") no puede explicarse sin entender la gran necesidad de un orden racional, que gran parte de los intelectuales que vivieron en esta época -el siglo XX- sintieron.

Dios nos libre de tanta irracionalidad.

Ver también de "los Papeles de Don Cógito" :

Sebreli: "El Che era un idiota político"

El ensayista argentino desmonta en su nueva obra mitos contemporáneos como los de Ernesto Guevara y Maradona

ABEL GRAU - Madrid - 11/11/2008

El Che fue poco más que un aventurero, un líder egocéntrico negado para la política que fue elevado a la categoría de mito impoluto tras su muerte, según señala el ensayista Juan José Sebreli (Buenos Aires, 1930), prestigioso intelectual argentino, en Comediantes y mártiresChe Guevara. (Debate), obra en la que analiza cómo cuatro destacadas personalidades del siglo XX han sido convertidas en mitos contemporáneos: el cantor de tangos Carlos Gardel, la actriz y política Evita Perón, el futbolista Diego Armando Maradona y el propio Ernesto

El análisis más implacable es quizá el que Sebreli dedica al Che, al que califica de "idiota político", aunque añade que tal consideración "no pretende ser un insulto sino la descripción objetiva de un determinado comportamiento" en referencia a la impericia política del guerrillero. Revisando documentos históricos, entrevistas, reportajes, conferencias y los propios diarios personales de Guevara, Sebreli traza una semblanza del Che muy alejada de la popular imagen legendaria. "Puede decirse que él fue, a la vez, un aventurero, un santo y un héroe, pero no un político", señala Sebreli en el libro ganador del I premio de ensayo Debate Casa de América, que presentó este martes por la mañana en la Casa de América, en Madrid.

Una mitificación útil

Sebreli señala como punto clave en la historia del Che su reunión con Fidel Castro en México el 8 de julio de 1955. "Si no hubiese conocido en México a Fidel, "probablemente se habría marchado con una beca a estudiar medicina a París, que es lo que quería hacer". Luego llegaría la revolución y los crímenes. "Después del triunfo de la revolución cubana fue el encargado de los fusilamientos en masa, tras juicios sumarios celebrados sin el menor procedimiento legal por los tribunales revolucionarios instalados en la fortaleza La Cabaña. Los muertos llegaron a ciento sesenta y cuatro; no todos habían sido esbirros de Batista, entre ellos había algunos campesinos", escribe Sebreli.

Tras sus viajes a África y Bolivia, la mitificación del Che habría comenzado justo después de su muerte. "Muerto el hombre que le creaba dificultades políticas a Fidel y, además, el único que podía empañar su carisma, el fantasma del guerrillero muerto volvió a ser útil a los intereses castristas y se montó en La Habana una espectacular puesta en escena con el mito del héroe mártir que perdura hasta nuestros días", añade el ensayista. A toda esa glorificación habría contribuido de manera decisiva, según Sebreli, la imagen tomada por el fotógrafo cubano Alberto Korda en La Habana el 2 de marzo de 1960. "El motivo de que los jóvenes lleven camisetas del Che sin saber quién es" -añade el pensador- "denota una insatisfacción que tratan de llenar con estos falsos dioses encarnados".

El Che habría sido, en definitiva, la antítesis del político, según Sebreli. "La tarea del político es lenta, discreta y paciente, se realiza cada día y a través de los años, requiere esfuerzo, obstinación, perseverancia; además, necesita la capacidad de transigir, negociar, consensuar, saber replegarse, establecer alianzas", enumera el pensador argentino en el apartado "El político y el aventurero". "Fidel poseía esas cualidades; el Che, a la inversa, consideraba toda transigencia como traición al ideal revolucionario, encarnaba al sectario 'izquierdista infantil' ridiculizado por Lenin, que negaba por principio todo acuerdo".

Guevarismo opuesto al marxismo

El autor incluso incide en que el legado del Che colisiona diametralmente con el marxismo. "Punto por punto, el guevarismo fue lo opuesto al pensamiento de Marx y del socialismo clásico: sustituía la autoemancipación por la vanguardia iluminada y el jefe carismático, la movilización de masas por el foco, la democracia social por la dictadura política, el partido por la guerrilla, la lucha de clases por la lucha entre naciones ricas y pobres, la clase trabajadora por el campesinado, las condiciones objetivas por el voluntarismo, el socialismo, sólo posible en las sociedades avanzadas, por el de los pueblos más pobres."

En Comediantes y mártires, Sebreli separa la persona del mito construido a su alrededor. Así, en Gardel distingue el artista "excepcional en la historia de la música popular" y lo aleja del "mito gardeliano" impulsado tras su muerte. A Evita, autoproclamada "abanderada de los humildes", le señala su obsesión con la alta costura, y a Maradona lo perfila como un personaje tendente a bascular entre el escándalo y el fraude. Un proceso similar de desmitificación es el que ya acometió Sebreli en El olvido de la razón respecto a algunos de los grandes popes de la filosofía contemporánea, de Nietszche y Heidegger a Levi-Strauss, Lacan y Derrida, entre otros.

"Hago una crítica de los mitos", ha indicado Sebreli durante la presentación. "Creo que una sociedad democrática e igualitaria en que los individuos son conscientes de su libertad no han de poner sus destinos en manos de los mitos". Finalmente, quizá consciente de la polvareda que pueden levantar sus declaraciones, ha advertido: "Los datos [que hay en el libro] son objetivos; las interpretaciones, que son mías, pueden ser discutibles".

El ensayista Juan José Sebreli presenta Comediantes y mártires (Debate) hoy martes 11 de noviembre a las 19.30 en la Casa de América, plaza de Cibeles, 2 (Madrid).

20/6/09

Yo No Canto Al Ché


Yo no canto al Ché

como tampoco he cantado a Stalin;
con el Ché hablé bastante en México,
y en La Habana
me invitó, mordiendo el puro entre los labios,
como se invita a alguien a tomar un trago en la cantina,
a acompañarlo para ver cómo se fusila en el paredón de La Cabaña.
Yo no canto al Ché,
como tampoco he cantado a Stalin;
que lo canten Neruda, Guillén y Cortázar,
ellos cantan al Ché (los cantores de Stalin),

yo canto a los jóvenes de Checoslovaquia.

Ştefan Baciu
del libro "Cortina De Hierro Sobre Cuba" (1961)

¡Felices 81, Che!

Milenio semanal
2009-06-06
“Vive rápido, muere joven y deja un cadáver hermoso”, decía James Dean, frase que podría aplicársele al guerrillero argentino que hoy tendría 81 años y a quien se comienza a desmitificar.

El Che juega golf con Fidel Castro en Colina Villarreal, La Habana, a principios de los años sesenta. Foto: Reuters / Archivo
El 14 de junio de 2009 Ernesto Guevara cumpliría 81 años, dos menos de los que ahora tiene Fidel Castro, su mentor y cómplice de aventuras revolucionarias, si no hubiese sido asesinado en 1967, a los 39, en la inhóspita sierra boliviana. En su cuerpo joven, asmático y bello como un Cristo, se cumplió la sentencia de James Dean, otro ícono de la cultura pop que se fue al otro mundo en 1955 al volante de su Porsche deportivo: “Vive rápido, muere joven y deja un cadáver hermoso”. “Lo lavaron, lo vistieron, lo acomodaron, bajo instrucciones del médico forense. Porque había que mostrar la identidad, mostrarle al mundo que el Che Guevara había sido derrotado”, escribe Jorge Castañeda en La vida en rojo. Lo cierto es que habría sido un espectáculo penoso ver el tropezón de un Che octogenario frente a un auditorio o encamado en un hospital murmurando lemas antiimperialistas con una voz casi inaudible.
No pasa un año sin que se produzca un documental, un programa de televisión, una película o una exposición sobre el Che Guevara en algún punto del planeta y sin que se publiquen libros en varios idiomas que destacan su vida y obra revolucionaria, como Sin olvido. Los crímenes en la Higuera, de los cubanos Adys Cupull y Froilán González; Soy un futuro en camino, del Centro de Estudios Che Guevara; Te acordás, Che Comandante, del argentino Néstor Medina; Lágrimas rojas. Tania, compañera del Che, de la antropóloga española Margarita Espuña; Del corazón a la memoria, del narrador cubano Julio Llanes; Che Guevara, el Cristo rojo, de Alain Ammar, y tantos más que abonan al mito de la leyenda heroica del romántico guerrillero que murió por sus ideales aunque omitan otras facetas que, seguramente, le restarían simpatías.
Sin embargo, no todo es mitificación. En Comediantes y mártires (2009) el prestigiado escritor argentino Juan José Sebreli cuestiona con amarga lucidez a cuatro de los grandes héroes de Argentina: Carlos Gardel, “un conservador”; Evita, “un mito autofabricado”; Maradona, “un oportunista”, y al Che Guevara: “un idiota político”, “un autoritario” que hacía gala de su “ascetismo y pobreza, vistiendo incluso ropa rota y sucia”.
Lo de “idiota político” no es un insulto, con ello Sebreli se refiere a la impericia de Guevara: “Puede decirse que él fue, a la vez, un aventurero, un santo y un héroe, pero no un político. La tarea del político es lenta, discreta y paciente, se realiza cada día y a través de los años, requiere esfuerzo, obstinación, perseverancia; además, necesita la capacidad de transigir, negociar, consensuar, saber replegarse, establecer alianzas”. Si el Che no hubiese conocido en México a Fidel Castro en 1955, continúa, “probablemente se habría marchado con una beca a estudiar medicina a París, que es lo que quería hacer”. O quizá se habría quedado en México y seguido una carrera de actuación, como parece sugerir el mismo Che en sus apuntes.

Una de las célebres fotografías del Che en Cuba, tomada por Alberto Díaz, Korda. Foto: EFE / Archivo
Al triunfo de la revolución en Cuba el Che “fue el encargado de los fusilamientos en masa, tras juicios sumarios celebrados sin el menor procedimiento legal por los tribunales revolucionarios instalados en la fortaleza La Cabaña”, escribe Sebreli. Una historia de terror que no es desconocida, pues ya había sido contada por Guillermo Cabrera Infante en Mea Cuba (1992, una recopilación de artículos desde los años sesenta); por Carlos Alberto Montaner en Fidel Castro y la Revolución Cubana (1984); por Jacobo Machover en La cara oculta del Che. Desmitificación de un héroe romántico (2007); por Jorge Castañeda en La vida en rojo, una biografía del Che Guevara (1997); por Juan F. Benemelis en Las guerras secretas de Fidel Castro (2002) y, entre varios autores más, por Stéphane Courtois en El libro negro del comunismo (1998). El mismo Guevara escribió este inequívoco párrafo en sus Notas de viaje (La Habana, 1962): “Aullando como poseído, asaltaré barricadas o trincheras (...) Teñiré en sangre mi arma y, loco de furia, degollaré a cuanto vencido caiga entre mis manos (...) ya siento mis narices dilatadas, saboreando el acre olor de pólvora y de sangre, de muerte enemiga”.
Viaje al centro de la selva
El nueve de octubre de 1967 el periodista británico Richard Gott, del diario The Guardian, reconoció el cadáver del Che Guevara, asesinado unas horas antes por el sargento Mario Terán en la escuela de La Higuera, en Bolivia. Gary Prado, el militar que capturó al Che en la Quebrada del Yuro, declaró al Journal do Brasil que éste le había dicho antes de morir que había sido abandonado por Castro. Para las nuevas generaciones que poco se han ocupado de estudiar la historia contemporánea —pero que lucen orgullosas la estampa del Che en sus playeras— quizá sea inconcebible el hecho de que El Guerrillero Heroico murió a consecuencia de una cadena de factores entre los que se encontraban su propia torpeza militar, una geografía abrupta, el acecho de espías cubanos contratados por la CIA, la escasa colaboración de campesinos y trabajadores bolivianos y el resentimiento del Partido Comunista de ese país, hecho a un lado a la hora de conspirar para la gran insurrección de la América del Sur. La campaña del Che también fracasó por el desinterés de Castro, quien obedeció las consignas de la Unión Soviética y cortó el apoyo a su antiguo camarada —deshaciéndose de él para quedarse solo al mando de la Revolución (ya Camilo Cienfuegos había desaparecido misteriosamente en un vuelo sobre el mar Caribe). La historia adquiere un toque aún más dramático con la participación de una atractiva agente argentina-alemana reclutada por la Seguridad del Estado de Alemania Oriental —a quien el Che había enamorado en una visita a ese país. Transferida a la KGB y comisionada para sabotear la misión del Che en Bolivia, la espía cumplió su misión poco antes de caer abatida por las balas del ejército boliviano, a pesar de haberse enamorado del guerrillero y llevar un hijo de él en sus entrañas. Se llamaba Tamara H. Bunke Bider, pero fue mejor conocida como Tania. Años más tarde, los guerrilleros que sobrevivieron a la aventura boliviana describirían al Che como un hombre arrogante y prepotente que los humillaba y tachaba de maricones (véase Mea Cuba).

Alberto Díaz Korda, falleció en 2001 en Francia, a la edad de 72 años. Foto: Pedro Valtierra / Cuartoscuro.com
De ejecutor a logotipo de la revolución
Los intelectuales de Occidente saludaban efusivamente al comandante Fidel mientras que en la isla los homosexuales, los disidentes y los rebeldes de pelo largo eran confinados para su “reeducación” y “regeneración” en los campos de las Unidades Militares de Apoyo a la Producción. Arreciaban la intolerancia, las aprehensiones, los fusilamientos ordenados por el Che, que era “presidente del tribunal, fiscal, presidente de la comisión depuradora, del tribunal de apelación y comandante en jefe del presidio de La Cabaña” y hacía “juicios que duraban cinco o 10 minutos y enviaba a la gente al paredón” (Sebreli). Los repetidos fracasos de la economía cubana —en los que tuvo que ver la deficiente conducción del ministro de Industria Ernesto Guevara— produjeron escasez y racionamiento. Por esos días el Che y Castro idearon la teoría del foco guerrillero, que traería el triunfo de la revolución mundial: “Crear uno, dos, tres, muchos Vietnams”. Y se fue el Che al Congo, donde sufrió su primera derrota. Luego a Bolivia, lo que fue claramente un suicidio.
La revolución internacional nunca llegó, ni el hombre nuevo socialista anunciado por el Che en el Primer Congreso de Juventudes Latinoamericanas, realizado en La Habana en 1962. El activista del 68 mexicano Marcelino Perelló escribió en el aniversario del Che hace dos años: “Hoy sólo tu apodo y tu estrella permanecen. Símbolo vacío. Significante sin significado. Permaneces en el pecho (por fuera) de los jóvenes que, sin ningún conflicto, igual se hubieran puesto una swástica. Tanto da. Luces exótico e interesante” (Excélsior, nueve de octubre de 2007). Es verdad. La fotografía casual del Che, obra del fotógrafo de modas Alberto Díaz Korda, se ha convertido en la imagen más reproducida de la historia. Qué paradoja más irónica: la imagen misma de la libertad, el orgullo, la templanza revolucionaria, es la de un cruel idealista, un fanático estalinista, un macho homofóbico y vanidoso enamorado de sí mismo y de sus palabras. Morir joven fue una suerte para él.
Revolution and comerce
La curadora inglesa Trisha Ziff, radicada en la Ciudad de México, organizó en 2005 la exposición ¡Che! Revolution and Commerce, que ha sido expuesta en varias ciudades del mundo. En ella pueden verse cientos de imágenes y objetos derivados de la célebre fotografía de Korda, desde carteles y reinterpretaciones hasta los más diversos objetos. Puede verse en www.cmp.ucr.edu/exhibitions/che/

Rogelio Villarreal

9/5/09

Leyenda negra

Miguel Iturria Savón *

LA HABANA, Cuba, 5 de mayo de 2009 - Cubanet - Liberpress.blogspot.com ha colocado recientemente en el ciberespacio los Titulares del Verdadero Che. Cada texto revela aspectos desconocidos sobre Ernesto Guevara de la Serna, el guerrillero argentino mitificado por la propaganda del castrismo a partir de su muerte en Bolivia, donde protagonizó su última aventura internacional en 1967.
Los titulares comienzan con la Campaña de los jóvenes franceses contra el Che. No estamos pues, ante la habitual exaltación del comandante de la Sierra Maestra, más bien sacuden su historia, hurgan en el trasfondo que oculta la historiografía oficial y se aproximan a la figura desde testimonios y fuentes desechadas por la censura insular.
Las nuevas páginas ponen al lector de Internet ante un compendio antológico. La posibilidad de escoger es enorme. El guerrero cobra vida desde ángulos más críticos y veraces. Veamos algunos:
La batalla de Santa Clara: ¿victoria heroica o comprada?
Che: guerrillero heroico, terrorista infame.
Ernesto “Che” Guevara. Crimen e incapacidad estratégica. Guevara. Misionero de la violencia.
El mito del cadáver del Che.
Mi primo el Che.
Los fracasos de Che Guevara.
El Carnicero de La Cabaña.
Ernesto Guevara: Su cuestionable título de médico.
Otros títulos abordan aristas controversiales sobre esta figura, cuya mitificación distorsiona la historia de Cuba y encubre la exportación de la revolución liderada por Fidel Castro, quien apoyó a Guevara en sus aventuras bélicas en África y en América Latina, convertidas en centro de penetración de los guerrilleros y los diplomáticos cubanos a partir de 1959.
Las propuestas que circulan en la red incluyen entrevistas a personajes vinculados a Guevara, reportajes tomados de periódicos y revistas del continente, documentales, reseñas de libros censurados en nuestra isla y el listado de las víctimas de Che, quien dirigió los fusilamientos masivos en la fortaleza de La Cabaña antes de ser nombrado por Castro como Presidente del Banco.
Los Titulares de Verdadero Che representan un aporte informativo en la deconstrucción de uno de los mitos más absurdos del siglo XX. La santificación del aventurero comunista se ajusta al sueño del castrismo por petrificar a las personas en función de órdenes militares. El guerrillero argentino exaltaba la violencia y veía al individuo como una “máquina de matar”, ajeno al interés material y dispuesto a morir por ideas que justifican la esclavitud de las masas.
Aunque Guevara ya no es el paradigma de los jóvenes cubanos, su figura sigue en los programas escolares y se comercializa como suvenir para los turistas que visitan la isla. La idealización del hombre contrasta con la realidad, pero la historiografía lo retoma como ícono para reforzar el discurso simplista del partido único.
Che es aun un sujeto necesario para el relato mesiánico y unilateral contado por los escribanos del castrismo, quienes identifican a la nación con los intereses del grupo que conserva el poder desde hace medio siglo.
Los textos colocados en Internet por Liberpress desmontan la leyenda dorada del Cid Campeador. Ya es hora de reescribir la historia. La crítica y desmitificación son imprescindibles.


N de la R: * periodista independiente cubano que escribe desde la isla luego de haber recibido un boletín de noticias de Liberpress con los titulares del sitio Verdadero Che

8/3/09

El verdadero Che Guevara


"Sin su ideología el Che hubiera sido otro asesino en serie"
por Guy Sorman,
filósofo y economista francés, es autor de Empire of Lies

PARÍS – La historia, cuando es contada por Hollywood, a menudo carece de sentido, pero por lo general los creadores de películas tienen el sentido común de no mostrar bajo una luz amable a los asesinos y los sádicos. Sin embargo, la nueva película de Steven Soderbergh hace eso, y más.
El Che como romántico revolucionario, tal como lo representa Benicio del Toro en la película de Soderbergh, nunca existió. Ese héroe de la izquierda, con su aire hippie y su barba, imagen que hoy es icónica de las remeras y taza de café de todo el mundo, es un mito creado por los propagandistas de Fidel Castro, una especie de cruza entre Don Quijote y Robin Hood.
Al igual que esas historias, el mito del Che tiene una similitud superficial con los hechos históricos, pero la historia real es mucho más oscura. Algún Robin Hood probablemente cometió actos violentos contra los ricos y, para cubrir sus rastros, dio a los pobres parte del botín. En la España medieval, probablemente había caballeros parecidos al Quijote cabalgando por las sendas del reino, librándolo no de dragones, sino de los pocos musulmanes que quedaban. Lo mismo es válido para el legendario Che. Ningún adolescente en rebelión contra el mundo o sus padres parece capaz de resistirse al atractivo de la imagen del Che. Vestir una remera con su rostro es la manera más sencilla y barata de parecer estar del lado correcto de la Historia.
Pose de moda. Lo que funciona para los adolescentes también parece funcionar con los directores de películas que quieren sentirse eternos adolescentes. En los años 60, el estilo Che, con barba y boina, era al menos una atrevida declaración política. Hoy es poco más que una pose de moda que inspira una épica de Hollywood de gran presupuesto. ¿Qué viene después, un parque temático del Che? Sin embargo, una vez hubo un verdadero Che Guevara: es menos conocido que la marioneta de ficción que ha reemplazado a la realidad. El verdadero Che fue una figura más significativa que su clon de ficción, ya que fue la encarnación de lo que la revolución y el marxismo realmente significaron en el siglo veinte.
El Che no era un humanista. De hecho, ningún líder comunista sostuvo nunca valores humanistas. Fieles al profeta fundador de su movimiento, Stalin, Mao, Castro ni el Che tuvieron nunca respeto por la vida. Para bautizar un nuevo mundo, era necesario derramar sangre. Cuando uno de sus primeros compañeros de lucha lo criticó por la muerte de millones de personas durante la revolución china, Mao observó que millones de chinos mueren todos los días, así es que ¿qué importa? De manera similar, el Che podía matar y encogerse de hombros. Estudió medicina en Argentina, pero escogió no salvar vidas, sino eliminarlas. Tras llegar al poder, el Che condenó a muerte a quinientos “enemigos” de la revolución sin juicio previo, ni siquiera con demasiada discriminación.
Destruyó la agricultura. Castro, que no es ningún humanista, hizo lo que pudo por neutralizar a Guevara y lo nombró ministro de Industria. Como era de esperarse, el Che aplicó políticas soviéticas a los cubanos: la agricultura fue destruida y por todo el país quedaron regadas fábricas fantasmas. No le importaban la economía de Cuba ni su pueblo: su propósito era buscar la revolución por si misma, significara lo que significara, como el arte por el arte.
De hecho, sin su ideología el Che habría sido poco menos que otro asesino en serie. La propaganda ideológica le permitió matar en números mayores que lo que habría podido imaginar cualquier asesino en serie, y todo en el nombre de la justicia. Hace quinientos años, el Che probablemente habría sido uno de esos soldados que exterminaron a los nativos de América Latina en el nombre de Dios. En el nombre de la Historia, el Che consideraba que matar era una herramienta necesaria de una causa noble.
Pero supongamos que juzgamos a este héroe marxista según sus propios criterios: ¿realmente transformó al mundo? La respuesta es sí, pero para peor. La Cuba comunista que ayudó a crear es un fracaso indiscutible, mucho más empobrecida y menos libre que antes de su "liberación". A pesar de las reformas sociales de las que la izquierda gusta jactarse acerca de Cuba, el índice de alfabetismo era mayor antes de que Castro llegara al poder, y el racismo contra la población negra estaba menos extendido. De hecho, hoy es mucho más probable que los gobernantes de la isla sean blancos que durante los días de Batista.
Gestor de dictaduras militares. Más allá de Cuba, el mito del Che ha inspirado a miles de estudiantes y activistas en toda América Latina, haciéndolos perder la vida en absurdas guerras de guerrillas. La izquierda, inspirada por el canto de sirena del Che, prefirió la lucha armada a las urnas. Al hacerlo, abrió el camino a las dictaduras militares. América Latina aún no se ha curado de estos efectos secundarios del guevarismo.
De hecho, cincuenta años después de la revolución cubana, los latinoamericanos siguen divididos. Las naciones que rechazaron la mitología del Che y escogieron el camino de la democracia y la libertad de mercado, como Brasil, Perú y Chile, están mejor que nunca: la igualdad, la libertad y el progreso económico han avanzado a la par. Por el contrario, las que siguen nostálgicas de la causa del Che, como Venezuela, Ecuador y Bolivia, están en estos momentos al borde de la guerra civil.
El verdadero Che, que dedicó la mayor parte de su tiempo como presidente del Banco Central de Castro a supervisar ejecuciones, merece ser mejor conocido. Quizás si la película épica de dos partes de Soderbergh resulta un éxito de taquilla, sus financistas querrán filmar una secuela más ajustada a la verdad. Ciertamente no faltaría material para “La verdadera historia del Che”.

Copyright: Project Syndicate, 2009.www.project-syndicate.orgTraducido del inglés por David Meléndez Tormen@nacion.com

Campaña de Jóvenes Franceses contra el Che

Féliz José Hernández
(Cartas a Ofelia)

LiberPress- Cubaenelmundo.com, marzo de 2009

París, 3 de marzo de 2009.

Mi querida Ofelia

Ayer al salir de la universidad, me encontré con unos jóvenes que distribuían etiquetas, en ellas aparece el rostro del Ché Guevara con una barra
diagonal sobre él, al interior de un círculo rojo. En una banda amarilla situada bajo el círculo, se puede leer CRIMINEL y al pie de la etiqueta, la
dirección e-mail del grupo político juvenil que lleva a cabo la campaña contra el Ché.

Thibaud Vincendeau, presidente de "Jeunes Pour la France" ( Jóvenes por Francia), organización juvenil cristiana de derecha, inspirada en las ideas
del político Philippe de Villiers, dio una entrevista a la importante revista francesa Valeurs Actuelles ( Valores Actuales).

En ella explica que la Campaña contra el Ché que lleva a cabo su organización juvenil, es debido a "la cheguevaramanía", provocada sobre todo después de la proyección del filme El Ché. Agregó: "la verdad es que Ché Guevara era un criminal y un fanático. Creó los primeros campos de reeducación del régimen cubano y apoyó la revolución cultural china. El 11 de diciembre de 1964 dijo desde la tribuna de la O.N.U.: "hemos fusilado, fusilamos y continuaremos a fusilar mientras sea necesario".
A continuación Thibaud Vincendeau declaró: "hemos hecho un filme que se puede ver en nuestro sitio internet www.jeunespourlafrance.fr , también distribuimos pasquines en las puertas de los cines, para hacer saber quién era el verdadero Ché. En 1961 fue nombrado ministro de industrias y dos
meses después instauró el racionamiento. También suprimió el derecho de huelga y la libertad de prensa.

Para terminar expresó: "Vivimos todavía bajo el dominio intelectual de la izquierda, que nosotros no osamos poner en tela de juicio. Incluso los de derecha. ¡Hasta los jóvenes U.M.P.* se proclaman 'revolucionarios'! Nosotros no."

Y así van las cosas por estos lares.

Te quiere siempre,

Félix José Hernández.

* U.M.P., principal partido francés de centro derecha, el que actualmente se encuentra gobernando al país.

LA BATALLA DE SANTA CLARA: ¿VICTORIA HEROICA O COMPRADA?

(50 AÑOS DE LA REVOLUCION CUBANA)

por Marcelo Gioffré

LiberPress- El Agora, Enero de 2009- En 2005, escribí un artículo en el diario La Nación cuyo título era “Los fracasos del Che Guevara”, en el cual inventariaba una serie de epopeyas fallidas del rosarino. No me animé, en aquella ocasión, a abrir juicio sobre la mítica batalla de Santa Clara, episodio consagratorio por la ingeniosa emboscada al tren blindado, al cual le habrían prendido fuego desde el piso de los vagones, única parte desguarnecida.
Entre noviembre y diciembre de 1958, el Che logró cortar las comunicaciones en el centro de Cuba, bloqueando el transporte. Consiguió una sucesión de éxitos militares. En Cabaiguán logró capturar noventa prisioneros y ochenta y cinco rifles. Las tropas de Batista quedaron desmoralizadas. La columna rebelde se preparó para el asalto de Santa Clara, una ciudad con 150.000 habitantes, 2500 soldados y 10 tanques apostados para la defensa. El Che preparó su ataque con 300 hombres inexpertos y cansados. En ese momento llegó la noticia de que un tren blindado con 400 soldados, muchos de ellos especializados en ingeniería, para reparar puentes y caminos dañados, y pertrechos bélicos de refuerzo, venía de La Habana para sumarse a la defensa de Santa Clara. El tren se estacionó al pie de la Sierra Capiro.
El 28 de diciembre las columnas rebeldes comenzaron a avanzar sobre la ciudad. En el camino recibieron ataques y cinco soldados rebeldes murieron. Por la noche de ese primer día la población civil comenzó a levantar barricadas para impedir pasar a los tanques del ejército. Los soldados rebeldes se infiltraron en la ciudad. Según la leyenda, el 29 de diciembre, cuando el tren blindado, que inesperadamente empezó a cambiar de posición, avanzó hacia el centro de la ciudad notó que parte de los rieles habían sido retirados, provocándose un descarrilamiento de tres vagones. Fue entonces que las fuerzas del Che arrojaron bombas molotov incendiarias, transformando al tren blindado en una ratonera, obligándolo a capitular y obteniendo el profuso armamento.
Henry Louis Gómez, quien me referió que es nieto de un soldado batistiano, por ese entonces con grado de capitán, Enrique Antonio Gómez Perez, que era uno de los 400 hombres que viajaba en el tren blindado, sostiene otra versión de los hechos. El tren no habría sido emboscado y capturado sino “comprado” por el Che al Coronel Florentino Rosell, jefe de las fuerzas leales, con dinero proveniente de tributos aplicados en zonas ya tomadas de la isla. Rossel, el mismo día de la batalla, se habría retirado a realizar actividades lúdicas, lo que no parece consistente con una derrota militar oprobiosa. Luego Rossel huyó a Estados Unidos, donde montó una floreciente empresa.
El Coronel Rossel había llegado a Santa Clara por avión el 24, había cenado en Nochebuena en las barracas y desayunado para Navidad en el tren blindado. Gómez Perez dice haber visto a Rossel y a un hermano de éste, aproximadamente el 26 ó 27, partiendo en un auto con varios portafolios. Rossel nunca volvió al tren, dejándolo al mando del Comandante Gómez Calderón. El padre de mi informante e hijo del Capitán Gómez Perez, Enrique Gómez, de 16 años, condujo a su madre por esos días hasta la casa del Coronel Rossel, en las afueras de La Havana, dado que no tenían noticias de su padre y marido. Fueron atendidos por la suegra de Rossel, quien les dijo que el Coronel se había ido a pescar en un yacht. Casi inmediatamente Rossel se fugó en ese mismo yacht a Miami. Ya su familia se había ido. En poco tiempo Rossel se convirtió, en los Estados Unidos, en un próspero empresario de la industria de la construcción.
Consistente con la versión que me brindó Henry Louis Gómez, el cientista político Jorge Castañeda, en su libro “Compañero” (Alfred Knopf, New York, 1st ed., 1997, pág. 135) reproduce el testimonio de Gutierrez Menoyo, quien sostiene que el hermano de Rossel se entrevistó con el Che Guevara y que él le preguntó varias veces al propio Che qué fue lo que le ofreció, obteniendo sólo una sonrisa de parte del revolucionario. El propio Fulgencio Batista, en su libro “Respuesta” (Sin pie de imprenta, México, 1960) arguye que el tren no fue emboscado por Guevara sino “entregado”, “vendido” por Rossel, a cambio de una suma cercana a los 350.000 dólares que el Che le habría donado. Ramón Barquín, oficial batistiano entrevistado por Castañeda en 1996, confirma que la caída del tren blindado fue parte de un acuerdo.
Sólo los protagonistas directos sabían la verdad definitiva sobre los hechos. Las pruebas que echan un manto de sospecha sobre la mítica batalla de Santa Clara y la emboscada al tren blindado, empero, son varias, precisas y concordantes. El revolucionario derrotado militarmente en Congo y Bolivia, derrotado políticamente en la propia Cuba, vuelto sorpresivamente ícono festivo en remeras y tatuajes, quizás no haya ganado su batalla más épica y consagratoria.