no me conmueve tu valor
me apena
el peso del morral
lleno de odio
y no importaba matar
ni morir
esa liturgia que han hecho de tu ausencia
es un insulto a la virtud
nuestros hijos acercan el tiempo de olvidarte
en mi cronología eres un fantasma
que disgrega
que espanta
procuraré no hablar de ti jamás
Eduardo Mesa,
La Habana, 1998