Se cumplen estos días 38 años de la muerte del guerrillero argentino que cubrió de sangre y crueldad todos los caminos por él recorridos.Para destruir el mito que se ha tejido con su imagen publicamos, años atrás, un serio estudio biográfico en el que toda afirmación está documentada. Una biografía que se esfuerza en dar a conocer el verdadero rostro de un personaje sobre quien tanto se ha escrito.Una biografía desprovista de los empalagosos elogios; los más, infundados y repetidos, con los que se nos ha mostrado la imagen de un Ernesto Guevara irreal, inexistente.Dimos a conocer al joven que, en su patria nativa formaba parte de las tropas de choque peronista que gritaban: "Haga patria, mate a un estudiante"; pero que, luego, alardeará de su antiperonismo. Al supuesto idealista quien, al viajar, indolente, por el continente, alienta a sus padres a ir a Colombia y Venezuela "los dos países ideales para hacer plata"; mientras él se dirige "rumbo a Guatemala a la aventura en cuestión monetaria".Podemos ver al austero Guevara, en ese viaje, costeado por la explotadora "United Fruit", disfrutando la travesía "con una negrita, Socorro, más puta que una gallina y sólo tenía dieciseis años". Un Guevara que, en México, cuando los futuros expedicionarios son arrestados, informa a sus captores los nombres de todos los que se encuentran en el campamento, en marcado contraste con el coronel Albeto Bayo quien, ante igual pretensión, respondió: "Yo no me presto ni me prestaré a señalar nombres...a acusar a ninguno, ni que hurguen ustedes sobre nuestro movimiento, que es el de toda la nación cubana".Mostramos al hombre que llega "a Cuba sediento de sangre" quien con su propia mano y a sangre fría, recién desembarcado, es el primero en ejecutar a un cubano. El hombre que aplicará, desde ese momento, son sus palabras, "el odio como factor de lucha; el odio intransigente contra el enemigo". Mostraremos al prejuiciado hombre de ciudad que ve "en cada campesino a un chivato".Vemos, ya en Cuba, a un Guevara que pudo llegar y mantenerse en Las Villas gracias a la mayor habilidad guerrillera de Camilo Cienfuegos. Lo mostraremos en La Cabaña ordenando fusilamientos, con o sin causa. Con juicio o sin juicio. Al orgulloso Guevara escribiéndole a Castro-como precio para que se le permitiera salir de la isla- que "mi única falta...es no haber confiado más en tí desde los primeros momentos en la Sierra Maestra...". Sumiso, también, con Kabila en el Congo, de quien confía "me dé un chance de hacer algo...".A un hombre responsabilizando a otros de sus propios fracasos, de sus derrotas. "Los congoleses no quieren pelear". "Los africanos son soldados muy, muy malos". Los cubanos, para él, no eran mejores: "En nuestros combates, a los errores míos se agregan las debilidades graves de los combatientes cubanos...". Su aventura en el Congo, tendrá que admitirlo el guerrillero de sangre azul, es "la historia de un fracaso".Repetirá sus errores, al precio de su propia vida, en Bolivia. En el país suramericano, veremos a un Guevara engañando, traicionando a los dirigentes del Partido Comunista de Bolivia quienes, a su vez, conociendo su doblez, lo abandonan. Un Guevara ignorado por Castro, quien habiendo reunido en La Habana, en la Conferencia de OLAS, a todos los dirigentes de la izquierda latinoamericana no les informa de la crítica situación en que se encuentra el guerrillero argentino ni les pide su cooperación para asistirlo.Un Guevara que en la selva boliviana expresa, en sus evaluaciones, el menosprecio por los hombres de su propia guerrilla: Orlando Pantoja, "deficiente...poca iniciativa"; Antonio Sánchez Díaz (Marcos, Pinares), "indisciplinado...con poca autoridad". Vásquez-Viaña, "irresponsable". Saldaña, "deficiente". Camba "de una cobardía manifiesta". Walter, "demostró muy poco valor". Todos, menos él, imperfectos, deficientes.No puede extrañarnos que muchos de los que hoy cantan loas a su memoria se distanciaran de este ingrato personaje en tan difícil momento. Comprensiblemente, el último abandono lo sufre Guevara de sus hombres que, en la Quebrada del Yuro, se alejan dejándolo herido e indefenso, para morir, solo y aislado, en la pequeña escuela de La Higuera víctima de sus propios errores.Es ésta una biografía distinta -real, documentada, desprovista de fantasía- que prueba, también, que aún los que estuvieron junto a él en la Quebrada del Yuro -y que llegarán a ser altos jefes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias- guardan, en los extensos libros que han escrito, pudoroso silencio sobre aquellas horas finales de quien en aquel momento, se sintió abandonado.El orgulloso y altanero descendiente del Marqués de Guevara, que siempre se considero superior a quienes lo rodeaban, murió abandonado por los hombres que él había menospreciado.Hoy el Instituto de la Memoria Histórica contra el Totalitarismo ha realizado otro serio aporte a la demitificación de Ernesto (Ché) Guevara para mostrar, en un documental que se presentará en distintos países y ciudades, el verdadero rostro de este despiadado y fracasado aventurero.
Enrique Ros, historiador y periodista cubano. Entre sus obras estám: "Girón: la Verdadera Historia", "De Girón a la Crisis de los Cohetes, "Años Críticos: del camino de la acción al camino del entendimiento", "Cubanos Combatientes: peleando en distintos frentes", "La Aventura Africana de Fidel Castro" , etc